febrero 22, 2007

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Derramando mi intelecto sobre la hoja, sintiendo el inclemente tic tac del reloj sobre mi nuca, reparo en una pestaña de las muchas que me inyectan información virtual, un poco para regresar a la realidad un mucho para exacerbar mi locura. Veo tu rostro y me exprime una sonrisa. Siento mi cuerpo desgastado. En mis parpados, delgadas agujas se insertan hasta que gotitas color cereza inundan el teclado. Mi cabeza cae y suena seca sobre la mesa. Mis sesos escurren por el cable gris del mouse. Mi cuerpo comienza a endurecer y la batería marca una alarma. El único testigo fue tu rostro sonriente en la pantalla.